Talleres presenciales

Conviértete en el personaje principal de tu propia historia.

Los talleres presenciales permiten obtener al participante un aprendizaje significativo a través de nuestra metodología.

lúdicos

Basados en el juego y la diversión, creamos una experiencia memorable y perdurable a través del tiempo.

vivenciales

Los participantes son los protagonistas de la historia, viviendo en carne propia cada uno de los conceptos clave que se quieren reforzar a través de la experiencia, garantizando un aprendizaje significativo.

temáticos

Una historia y línea argumental acompaña a los participantes a lo largo de la experiencia permitiéndoles salir del contexto cotidiano, bajar sus defensas y entregarse a la experiencia.

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Tenemos altos estándares de calidad en todos los aspectos de la operación y del contenido de nuestros talleres.

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Disfruta de nuestras inolvidables experiencias presenciales con todas las medidas de seguridad de sana distancia.

¿Qué es la integración en un equipo de trabajo?

¿Alguna vez has visto un partido de algún deporte en el que el equipo se nota coordinado, motivado, dando su mejor esfuerzo, pareciera que se comunican con los ojos o telepáticamente porque todos están colaborando con sus compañeros para alcanzar el gol, la canasta o el homerun, y luego disfrutan con gran orgullo su triunfo? Ese es un equipo integrado.

Incluso en la derrota, un equipo bien integrado tiene miembros que se apoyan entre sí, aceptan la retroalimentación, aprenden de lo que hicieron y regresan al siguiente partido fortalecidos.

En esencia, la integración en un equipo de trabajo se compone por diferentes comportamientos que muestran sus integrantes, estos permiten que cada persona se sienta motivada, orgullosa de pertenecer al grupo y pueda dar de sí su máximo potencial con el fin de poder hacer al equipo mismo más productivo y eficiente.

Se dice fácil, no obstante, a veces resulta complejo lograr que las personas quieran mostrar esos comportamientos, y recalco la palabra quieran , porque sin duda, esos comportamientos tienen que nacer de manera genuina; me refiero a comportamientos que denoten:

Respeto: la aceptación del otro, es decir, realmente considerar que la otra persona es valiosa (tan valiosa como uno mismo), así como lo que le aporta al equipo. Esto va más allá de sólo la cordialidad, amabilidad o la tolerancia al otro.

Empatía: ver al compañero como un ser completo, con presiones, responsabilidades, familia, emociones, personalidad distinta a la mía, etc.

Confianza: tanto en acercarme al otro para brindar o pedir ayuda, o dar una retroalimentación, como también confiar en las capacidades de los integrantes del grupo.

Colaboración: reconocer como una necesidad el vincularse con el otro, compartir información, construir sobre la idea de los demás, adherirse al plan del equipo, etc.

Ahora bien, por lo general, las personas están dispuestas a mostrar estos comportamientos, sin embargo, no siempre se logra, en especial cuando el estrés y la presión generan que cada quien se concentre tanto en sus actividades que olvidan que son parte de un mismo equipo, si a eso se le añade algunos roces interpersonales que surgen de manera natural, suele suceder que la gente se torne un poco más individualistas y el equipo se desarticule, perdiendo integración.

¿Qué es un taller de integración?

Un taller de integración tiene como objetivo principal fomentar que los participantes practiquen las habilidades arriba descritas e identifiquen las acciones que descubrieron útiles para realizarlas en el ámbito laboral y trabajar en equipo de manera más integrada.

Se logra a través de una serie de dinámicas, ejercicios y reflexiones que se realizan, preferiblemente, fuera del espacio de trabajo. Al realizar el taller fuera del ambiente laboral, permitimos que los participantes olviden por un momento sus preocupaciones y, lo más importante, de la dinámica que se crea dentro del espacio laboral.

Las actividades, por lo general con una dosis alta de diversión, dinamismo y que son muy distintas a la naturaleza de sus tareas laborales, tienen la ventaja de que invitan a las personas a participar tomando roles distintos a los que están habituados a personificar, por ende, la estructura del equipo se reacomoda, se redescubren como seres humanos con habilidades, fortalezas y áreas de oportunidad y comienzan a disiparse algunos prejuicios entre ellos.

Un taller de integración, tiene la particularidad de que las actividades están diseñadas para practicar las habilidades que servirán como aceite para los engranes de la maquinaria, por decirlo de una manera, y los facilitadores guían una reflexión para garantizar que el participante identifique la importancia de mantenerse integrado en el trabajo diario, así como identificar sus características como equipo al tratar de integrarse y, por ende, ser consciente de las mejoras que puede hacer para lograrlo.

Un buen taller de integración incluye, dentro de su programa, actividades que invitan a los integrantes del equipo a conocerse de manera personal a un nivel un poco más profundo, pues esto permite fomentar la confianza y la empatía, así como generar un impacto importante en el otro para llevar este recuerdo al día a día y, de esta forma, no se queda sólo en un día de diversión, sino que trasciende al ámbito laboral.

Es común que las empresas lleven a sus equipos a una actividad recreativa con la intención de generar integración. Un día de diversión libera el estrés del grupo y puede ayudar a que la gente socialice más o tenga un poco más de apertura con otros compañeros, esto, claro, si se logra que el equipo conviva con otros miembros del equipo a los que no están acostumbrados. Sin embargo, se pierde el componente en el que se identifica qué parte es importante modificar como equipo para poderse integrar mejor en el día a día y, por ende, el efecto de la salida puede no ser tan duradero como uno quisiera.

¿Cuándo es recomendable hacer dinámicas de integración?

Los equipos se forman de personas con distintas personalidades para realizar tareas específicas que, sumándolas, los llevarán a alcanzar objetivos conjuntos.

Sin embargo, las personas muchas veces se encuentran saturadas de actividades y suelen enfocarse tanto en su parte del trabajo que genera que se organicen de una forma personal para poder cumplir adecuadamente y que, en muchas ocasiones, terminen por olvidar que en realidad son una unidad con elementos interdependientes.

Hay distintas señales que indican que el equipo puede verse beneficiado con un taller de integración:

•  Poca convivencia. Hoy en día es muy común que los miembros de un equipo se vean poco, ya sea porque son equipos remotos o por trabajar en distintos países o, para no ir más lejos, porque una pandemia nos ha obligado a trabajar en home office. Esta falta de convivencia nos hace sentir que estamos solos, o que contamos solamente con las personas con las que convivimos. Perdemos la visión global y olvidamos vincularnos con los demás, perdiendo así la oportunidad de enterarnos en qué estamos cada quien y hacer sinergias.

 

Un taller de integración promueve la convivencia y la vinculación entre participantes, refuerza la confianza y la empatía.

 

•  Individualismo o trabajo en silos . La estructura o naturaleza de las actividades en muchas organizaciones genera que las personas se centren en “sacar el trabajo” la más rápido posible, lo que suele derivar en que las personas prefieren depender lo menos posible de los demás (entre menos variables tengan, más control pareciera que se tiene), por lo que los miembros de un equipo prefieren centrarse en lo suyo, lo cual termina por atrasar el trabajo a la larga, en realidad. También sucede que un ambiente laboral tóxico o impersonal crea la necesidad de aislarse de los demás. Una cultura de competencia entre colegas, sin duda, refuerza el individualismo.

 

Un taller de integración contribuye a la consciencia de que la colaboración y el trabajo en equipo hace que el trabajo se realice sin retrabajar, gracias a la comunicación y la confianza. Asimismo, ayuda a redirigir el espíritu competitivo hacía “ganar” como equipo en lugar de como individuos.

 

•  Apatía y desmotivación . Estas dos características suelen ocurrir cuando a) el equipo viene de experimentar un periodo de desgaste y estrés muy intenso o muy largo; b) la dinámica del grupo se ha vuelto tóxica; y c) el colectivo se siente poco reconocido. Por supuesto que existen otras razones, sin embargo, estas suelen ser las que más hemos encontrado en nuestra experiencia.

 

Un taller de integración puede ayudar al equipo a fomentar el sentido de identidad, retomar el orgullo de pertenencia y sentirse reconocidos por el esfuerzo realizado.

 

¿Quién debe impartir las actividades de integración?

Como has visto, un taller de actividades de integración laboral va más allá de divertirse. Debe tener un componente de dinamismo y motivación, también de conexión emocional y de reflexión para aterrizar los aprendizajes y llevarlos al día a día.

Este tipo de facilitación de equipos requiere de profesionales multidisciplinarios que tengan una gran lectura de grupo, capacidad para generar insight, reflejar las tendencias y vicios que limitan al equipo, así como una vasta experiencia en técnicas y herramientas para capitalizar el tiempo que tendrá con el equipo e ir más allá de “fue un día divertido, pero ya volvimos a la normalidad” para convertirlo en “fue un día que me unió más con mi equipo y quiero hacer lo necesario para no perder esta conexión en el trabajo”.

¡Vive la experiencia!

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